Son varios los factores que confluyen para que un problema tan grave no resulte diagnosticado por los profesionales de la salud y quede oculto bajo un cono de sombras.

Uno de los más importantes es su carácter secreto, que celosamente debe guardarse de manera reservada y oculta, como ocurre con el abuso intrafamiliar. Otro, es que por sus características, el diagnóstico de abuso sexual rara vez puede hacerse sobre la base exclusiva de evidencias obtenidas durante el examen físico del menor. La mayor parte de los niños abusados no presentan signos físicos. La proporción varía con el tipo de abuso y, más importante aún, con el tiempo transcurrido desde el último episodio al momento del exámen.

-otras (10)        -FID (48)

La ausencia de signos o evidencias físicas no es sinónimo de ausencia de abuso. No puede dejar de recordarse que el relato claro y preciso del niño es el único y más importante elemento con que se cuenta para efectuar el diagnóstico de abuso sexual infantil.(Physical signs of sexual abuse in children Second edition. Royal College of Physicians of London. 1997. Introduction. pag. 3).

Por otra parte, el exámen de un niño en busca de signos o evidencias físicas de abuso sexual es sumamente complejo y requiere un vasto conocimiento y experiencia en el tema. La mayoría de los profesionales médicos, aún los especialistas en pediatría, no se encuentran capacitados para practicar este tipo de exámenes y expedirse con conclusiones valederas y confiables. Los pediatras inicialmente han circunscripto el problema del abuso sexual infantil en el área de las lesiones genitales, las enfermedades de transmisión sexual y los trastornos de conducta. Sin embargo, las secuelas a largo plazo son numerosas y frecuentemente devastadoras.

-una más (11)     -otras (4)

Se han descrito diversos problemas clínicos y psicológicos como:
cuadros depresivos severos, desórdenes en la alimentación, en especial bulimia nerviosa, ansiedad en todas sus formas, consumo de drogas de abuso, somatización, stress post-traumático, trastornos múltiples de la personalidad, disfunción sexual, dolor pelviano crónico, promiscuidad, prostitución, incapacidad para establecer relaciones de pareja con la madurez suficiente, dificultad en las relaciones interpersonales, trastornos gastrointestinales como dispepsia, colon irritable, dolores abdominales crónicos e inespecíficos, dismenorreas, irregularidades menstruales, cefaleas crónicas, etc. (Berkowitz-CD (1998) Medical consequences of child sexual abuse. Child Abuse & Neglect 22: 541-550).

Muchas de estas consecuencias podrían evitarse si se efectuara un diagnóstico precóz del abuso sexual y se iniciara un tratamiento oportuno.

Los primeros que poseen contacto con un niño/a víctima de ASI son los profesionales de la salud, quienes deben poseer pautas claras para intervenir y evitar la revictimización del menor.

Es fundamental la prevención de esta situación cuyo principal pilar es la formación-información y prevención de las situaciones de riesgo.

Ante la situación específica de una sospecha de ASI el pediatra o profesional de la salud que asiste a la víctima debe ante todo escuchar, lograr un clima de tranquilidad y estar acompañado por otros profesionales de ser factible experimentados en este tipo de problemática.[1]

Resulta evidente que para denunciar la sospecha de abuso sexual, es menester contar con normas que otorguen un mínimo de jerarquía a la sospecha.

A través de la bibliografía consultada tanto nacional como internacional trataremos de unificar lo publicado para unificar conceptos respecto a esta problemática.


[1] Sociedad Argentina de Ginecología Infanto juvenil. Manual de Ginecología Infanto juvenil 2° edición  2003.